domingo, 1 de junio de 2008

CON JUNIO DE MI LADO

Bajé del colectivo con el objetivo de llegar a mi casa con el culo limpio. Con la mayor de las franquezas debo confesarles que en dos ocasiones inolvidables el apuro por llegar no fue suficiente. No entraré en los detalles de aquellas cagadas callejeras.
Tenía 15 cuadras por delante y todos los síntomas que acompañan el sufrimiento: sudoración fría, ritmo cardíaco acelerado y un montón de pedos esperando su turno. Decidí llegar al departamento, evitando los baños de algunos bares que conozco y aquellos de un shopping en el cual podría haber cagado tranquilo. Pero no.
Es evidente que junio se presenta como un mes cargado de desafíos.
Una vez que puse primera segunda tercera cuarta quinta no paré ante nada y nadie, en realidad la menor duda hubiera arruinado por completo el intento. Cada paso estaba sostenido en la esperanza y cada pedo anunciaba que la cosa se ponía oscura y espesa.
Esta vez los semáforos, mi culo, las clases de teatro, el ascensor y la cerradura de la puerta de entrada al edificio, jugaron a mi favor.
Gracias a todos ellos y su reconfortante aporte pude cagar en mi inodoro.
No puedo describir la satisfacción, saben a qué me refiero.
Al cabo de unos minutos los síntomas fueron desapareciendo.
Respiré hondo, busqué el abrigo que cayó en cualquier lado y salí a la calle. Liviano. Tranquilo. Con una felicidad honesta bruta genuina.
Con junio de mi lado.

3 comentarios:

gavama dijo...

Una pregunta Mariano: ¿Cuál fue el aporte de las clases de teatro a evitar tu cagadera? Te imagino caminando con cara de no me hago caca y cuerpo de granadero parado en el Cabildo! stop!

Anónimo dijo...

la de arriba soy yo!!!
n a t i

milanesadealma dijo...

Las clases de teatro hicieron posible una cierta relajación ante el anunciado final. Pensaba cagar en una plaza con forma de mariposa o de milanesa. Cagar con estilo.